Porque ¿quién no recuerda esos días felices de su infancia y la caricia inolvidable de quienes les amaron? 
¿Quién podrá borrar de nuestro corazón el abrazo y la ternura de aquellos que con su cariño nos enseñaron a amar? 
¿Es posible olvidar al primer amigo, al compañero de nuestros juegos, a la maestra que 
un día fue la diosa de nuestros sueños, la primera vez que vimos el mar o la esperanza 
vivificante de nuestras siempre anheladas vacaciones? 
¿Podremos alguna vez olvidar cuando el torbellino del amor primero arrebató nuestra alma 
y la llevó al séptimo cielo; la espera impaciente que nos trajo el romance adolescente, 
la mano de nuestro padre guiando nuestros vacilantes pasos, el seno materno que alimentó 
nuestra tenaz apetencia de vida, 
la alegres piñatas, las entrañables navidades, 
la calidez del abrazo de nuestros abuelos y aquellas dulces fantasías 
en las que tantas veces empeñamos nuestra atropellada búsqueda de la felicidad? 
Marco Antonio

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