Despedirse, es decir, adiós a un avión que se pierde de
repente entre las nubes y verlo que se aleja
de muchas maneras, definitivamente,
mientras sube.
Despedirse es un beso con lágrimas
de ojos que se nublan no se miran pero sienten.
Es un abrazo que quiere retener dos almas
que han de separarse.
Despedirse es estar y no estar
ver y no ver, sentir y no sentir, como en un minuto.
Es volverse a encontrar increíblemente solo uno.
Y mientras un avión se va
o un tren desaparece como línea en la distancia
la sonrisa de estar juntos
se convierte al instante en una lágrima.
Despedirse es morir un poco
en la cárcel universal del tiempo y el espacio;
es comenzar a añorar de lejos
a seres queridos que alguien tristemente se ha llevado
 Luis Alberto Ambroggio
viernes, 24 de enero de 2014
La despedida
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